En muchas ocasiones nos aferramos demasiado a personas o a cosas sin entender que puede ser perjudicial. Por ejemplo, una pareja en la que uno de sus componentes se aferra en exceso a la otra parte, suele terminal mal, ya que coarta la libertad del ser humano y eso hace que no se sienta feliz. Sin embargo, el primero no puede imaginar la felicidad sin la otra persona, pues siente en todo momento la necesidad de estar con ella y compartirlo todo... Así que no ve más allá y acaba provocando una ruptura sin remisión.
Generalmente, nos aferramos a todo aquello que utilizamos para definirnos: puede tratarse de otras personas, el coche que conducimos, la casa, el trabajo, las relaciones en el trabajo, algo que hemos logrado en el pasado, o simplemente una serie de ideas que aprendimos tiempo atrás. Nos aferramos a estas cosas porque tememos que nos puedan ser arrebatadas o que seremos menos importantes.
No identificamos que el problema verdadero no es tener cosas, sino tener que tenerlas. La realidad es que existen muy pocas cosas en la vida que tenemos que tener: necesitamos aire para respirar, agua para beber, alimento para comer, un lugar donde resguardarnos y compañía para procrear y criar a nuestros hijos. El resto es algo adicional, algo que queremos pero que no necesitamos. Si lo conseguimos, lograremos algo grandioso que elevará nuestro estatus, pero en realidad no representará gran cambio. Aquí adquiere especial relevancia la famosa frase "no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita".
Por tanto, es necesario recordar que a medida que nos liberemos de la necesidad tener cosas, nos libraremos del miedo a no tenerlas. Y, cuando nos libramos de ese miedo, facilitamos la realización de todas las cosas que queremos hacer y obtenemos todo lo que queremos. Recuerda que a medida que te invade el miedo, tus habilidades para triunfar comienzan a reducirse.
En tanto existan las ataduras, existirá la esclavitud.
En tanto existan las ataduras, no existirá ningún sendero y todo será desasosiego y angustia.
Siempre que existan las ataduras, habrá pensamientos y proyecciones vanidosos y una dificultad conceptual.
Siempre que existan las ataduras, habrá discusión, disentimiento y peleas.
Siempre que existan las ataduras, habrá ignorancia, oscuridad e insensatez.
Siempre que existan las ataduras, habrá miedos y terrores.
Siempre que existan las ataduras, existirá la trampa y la capacidad destructiva de la morbosidad.
Siempre que existan las ataduras, existirá la hostilidad producida por la aflicción y la búsqueda de consuelo.
Así pues, no te ates a nada ni a nadie. Libérate de las ataduras.