Hemos pasado de una economía industrial a una economía de información, servicios y alta tecnología, en la que se necesitan cada vez más trabajadores de conocimiento para cubrir determinados puestos clave dentro de una organización. En estos puestos, un gran talento genera un valor exponencial, y esto ha llevado a que las empresas cada vez tengan más claro que necesitan talento dentro de su organización.
Desgraciadamente, el talento en nuestro país es escaso. Esto conlleva que exista una gran demanda de talento, pero muy poca oferta y, como consecuencia, el poder ha pasado de manos de las empresas a manos de los trabajadores talentosos, que tienen más facilidades para cambiar de trabajo (ya no supone un estigma) y encontrar una oferta más atractiva a sus intereses profesionales: un nuevo reto, un proyecto atractivo o un incremento de sus condiciones económicas.
Por tanto, es la empresa la que tiene que tener claro que si quiere conseguir sus metas y tener éxito, tiene que disponer de un mejor pool de talento y mantenerlo en el tiempo. Para ello, es imprescindible crear las condiciones óptimas para captar y retener talento. ¿Cómo pueden conseguirlo?
Desarrollando la capacidad de sus trabajadores. Una empresa debe asumir riesgos, ser proactiva, innovadora y facilitar los trámites burocráticos. Como consecuencia, los directivos deben fomentar las conductas ambiciosas y proactivas a pesar de los riesgos que conllevan, deben dejar trabajar a sus equipos y colaboradores y facilitar que aporten ideas, aunque se equivoquen de vez en cuando... Las compañías necesitan PERSONAS que posean una actitud que les permita ser verdaderos agentes dinamizadores y catalizadores de cambios, independientemente de su posición jerárquica en la organización. La buena actitud está plenamente ligada al individuo, y está fundamentada en unos buenos hábitos, unas expectativas positivas adecuadas, y unas adecuadas estructuras mentales y el correcto equilibrio emocional. El talento no es cuestión de trabajo, de número de cabezas, o de puestos cubiertos, sino que es una cuestión de quienes puntúan en una escala DIFERENTE, de quienes son realmente distintos...
Creando una cultura de apertura al mercado. Una compañía debe establecer un conjunto de criterios bajo los cuales los integrantes habrán de auto-gobernarse, y un conjunto de directrices que les permitirá desarrollar los adecuados hábitos al respecto. Así, está obligada a abrirse al mercado y contar con freelance o contratistas independientes que sepan desarrollar con éxito un determinado proyecto o una determinada ocupación. El empleo de por vida ha terminado, la mayor parte de los profesionales pasarán largos períodos en alguna forma de "autoempleo" y las empresas deben aprovecharse de ello.
Fomentando nuevas estructuras organizativas. Las rígidas estructuras con muchos eslabones en la cadena de mando no tienen lugar en un entorno innovador: actualmente son necesarias las estructuras ligeras y flexibles descentralizadas al máximo, pero con tareas y responsabilidades definidas. La nueva organización tiene en los equipos como pieza fundamental y éstos deben estructurarse alrededor de líderes que saben que no son los que deben dar todas las soluciones, sino que su misión en muchos casos es formular preguntas que no tienen fácil respuesta, y por ello deben contar con los demás miembros de su equipo. Para construir equipos de trabajo multidisciplinares, se hace necesario dotar a la Organización de verdaderos coachs (entrenadores), que ayuden a aquellos que en su organización necesitan encontrar patrones de conducta, y potencien las relaciones entre las personas.
Gestionando adecuadamente el autoaprendizaje. Todas las organizaciones que están en un entorno competitivo turbulento y dinámico, deben perseguir procesos de aprendizaje que permitan un cambio en el comportamiento y la mejora en el desempeño. Y todo ello incluye la obtención del conocimiento, saber difundir la información, interpretarla, consensuarla y sobre todo, ponerse en funcionamiento a través del correspondiente cambio organizacional y de comportamiento. Hay que tener siempre en cuenta que muchas de las normas e hipótesis de mercado tradicionales simplemente ya no son válidas: eso hace que decisiones y comportamientos que hace un tiempo eran correctas, ahora ya no lo sean tanto... Tenemos que aprender a evolucionar con las nuevas reglas del mercado.
Por tanto, resulta evidente que es necesario facilitar toda la información a todos los trabajadores para que alcancen una gran capacidad de automotivación y desarrollen una gran constancia y concentración. Solamente así conseguirán que sean creativos e innovadores...
El mercado ha cambiado. Ante los competidores avezados no podemos hacer lo de siempre: tenemos que combatirles con sus propias armas: desarrollando el talento y la capacidad de reinvención creativa en toda la Organización. Para ello, las empresas deben saber estimular a sus integrantes, para conseguir PERSONAS DE ALTO RENDIMIENTO, y sus directivos deben crear los climas propicios para éstas, apoyando la puesta en práctica de ideas valiosas y potenciando a las personas que son un verdadero foco de innovación.
¡Apostemos fuerte por el talento!
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