Aristóteles dijo: “Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta…eso no es fácil”. Thomas Lickona, en su libro Educating for Character, afirma que "para actuar correctamente con los demás debemos comenzar dominándonos a nosotros mismos. Así, la emoción permanecerá bajo el control de la razón".
En el mundo de los negocios el autocontrol no es menos importante que otras cualidades, sobre todo en el caso de los directivos, ya que cuando más alto se asciende en una organización mayor es el deber de mostrar autocontrol. Todas las acciones de un líder son observadas con lupa: una cara de preocupación puede poner en jaque a todo un departamento, una muestra de nerviosismo se transmite como la pólvora, etc. Entonces, un líder que no practica el autocontrol estará trasmitiendo sin cesar realidades que pueden no ser ciertas pero que producen un efecto muy dañino en una organización.
El autocontrol exige una disciplina férrea que necesita un esmero especial. Si alguien no es capaz de controlarse a sí mismo, ¿será capaz de controlar a los demás?¿Será capaz de controlar determinadas situaciones? Hay momentos en nuestra vida profesional en los que hay que cerrar acuerdos en unos pocos minutos o en los que hay que tomar decisiones en un entorno de presión: en estos momentos es cuando hay que mostrar más serenidad frente aquellos que reaccionan exageradamente, pues es aquí cuando se forja la reputación de cada uno de nosotros.
Uno de los sentimientos más difíciles de controlar es el enojo (también conocido como "cabreo monumental"), pues se trata de un arma de doble filo: hay momentos en los que un directivo debe enojarse cuando él o su equipo no están siendo eficaces, pero en ese momento debe tener completo control sobre sí mismo y separar los problemas de las personas: debe ser duro con el problema y blando con las personas. Actualmente existen muy pocos ejecutivos emocionalmente capaces de manejar estas situaciones.
Por otro lado, la pasión y el entusiasmo son características intrínsecas de los líderes empresariales, pero si estos sentimientos no están bajo control podrían convertirse en peligrosos y difíciles de manejar. El mejor caballo de carreras no será capaz de ganar si no ha sido enseñado a trabajar y dirigir sus esfuerzos en una sola dirección: controlar perfectamente sus fuerzas para acelerar en el momento adecuado y llegar el primero a la meta.
Para terminar, quiero hacer una reflexión sobre el autocontrol: el autocontrol indica el dominio que una persona puede tener de sus reacciones, sentimientos e impulsos a través de una determinación voluntaria para poder hacerlos surgir o crecer, mantener o someter según su libre decisión.
Más brevemente, "Autocontrol" indica la capacidad de gestión eficiente del futuro. Pero esta capacidad no surge naturalmente, sino hay que trabajarla. Es una forma de afrontar riesgos sin sentir temor; el temor es el verdadero limitador del autocontrol. Así pues, ¡seamos valientes!
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