La semana pasada finalizaron las clases en la mayoría de los colegios españoles. Mis dos hijos mayores finalizaron con gran éxito sus correspondientes cursos, así que lo celebramos como corresponde. Mi mujer y yo estamos encantados y les damos nuestra más sincera ENHORABUENA por los éxitos cosechados. Ahora toca disfrutar de las vacaciones, de sobra merecidas…
Ha sido un curso “operativamente” complicado, ya que han ido a dos colegios diferentes. Agradezco de todo corazón a mis vecinos, que han llevado por las mañanas en no pocas ocasiones a mi hijo mayor cuando yo no podía; gracias a ellos, este año lo hemos podido llevar con cierta normalidad… Gracias a Dios la cosa cambiará el año que viene, ya que han admitido también a mi hija. Hablando con un amigo sobre este tema, me preguntó por qué hemos estado un año con tanto sacrificio por un colegio, y mi respuesta fue bien sencilla: “porque, además de enseñar, imprime carácter a los alumnos”.
Según Amitai Etzioni, el carácter es el músculo psicológico que requiere la conducta moral, y en opinión del filósofo John Dewey, la educación moral es más poderosa cuando las lecciones se enseñan entremezcladas con el curso real de los acontecimientos, no cuando se imparten en forma de lecciones abstractas. Los elementos fundamentales del carácter son:
- La autodisciplina, que se basa en el autocontrol. Qué importante es hoy en día el autocontrol, sobre todo en estos momentos donde lo material prima sobre lo espiritual en muchos ámbitos…
- La capacidad de motivarse y guiarse a uno mismo, ya sea para levantarse temprano para ir a jugar al fútbol al colegio, terminar los deberes, hacer un trabajo, comer de manera moderada, etc.
- La capacidad de demorar la gratificación y de controlar y canalizar los impulsos. No es bueno estar dando premios constantemente, éstos deben venir en forma de “premio final” por la consecución de un objetivo global.
Hablando sobre la educación del carácter, Thomas Lickona dijo que “para actuar correctamente con los demás debemos ser capaces de dominarnos a nosotros mismos. Así, la emoción permanecerá bajo el control de la razón”. Si somos capaces de pensar exclusivamente en nosotros mismos y de ver las cosas desde el punto de vista de los demás, estaremos en disposición de escuchar y aceptar las diferencias con otras personas y crecer en tolerancia, aspectos fundamentales en una sociedad cada vez más plural, en la que el respeto mutuo debe ser el pilar fundamental.
Pues bien, como decía antes, el colegio de mis hijos cultiva el carácter, enseñando la autodisciplina y la empatía, haciendo posible un auténtico compromiso con los valores cívicos y morales. Para ello, no basta con adoctrinar a los niños sobre los valores, sino que les enseña a ponerlos en práctica. Solamente así, pasarán a formar parte de su carácter y solamente así, cuando crezcan y entren a trabajar en las empresas, tendrán un terreno ganado que muchos necesitarán comenzar… En muchos casos será demasiado tarde.