Muchos directivos creen que controlar es lo mismo que dirigir. Nada está más lejos de la realidad, ya que el control limita las capacidades de las personas, limita la libertad de acción, la autoestima y por lo tanto, hace que no se optimice el potencial que tiene cada uno de los miembros del equipo. Así, los ejecutivos que enfatizan el control, lo que vienen a hacer es frenar el crecimiento de las unidades que tienen a su cargo.
El gran desafío al que se tienen que enfrentar es a renunciar al control, pero mantener la dirección. ¿Y qué significa dirección? La respuesta es bien sencilla: asegurarse de que todos los miembros del equipo se mueven en la dirección correcta optimizando sus aptitudes más relevantes. Los directivos más eficaces son aquellos que marcan una estrategia bien definida y faculta a su equipo a que la lleven a cabo.
Cuando hablo de facultar al equipo hablo de:
- Elegir a los miembros adecuados. Deber ser personas con una ACTITUD claramente positiva y con alguna aptitud que sea compatible con el bien común.
- Asegurarse de que todos comprenden cuál es su misión y qué papel tienen que desempeñar. Lo mismo que en el juego del ajedrez, donde cada ficha tiene una funcionalidad concreta, pero todas comparten un objetivo común.
- Desarrollar las capacidades individuales. No todos los miembros del equipo tienen que tener las mismas características ni las mismas funciones. Cada uno de ellos aportará su característica personal de tal manera que la suma de las aptitudes personales tenga mayor valor añadido en el grupo.
- Motivar el máximo rendimiento. Se trata de "hacer hacer" y ayudar en la medida de lo posible a la consecución de los objetivos marcados, bajando al terreno de juego y comprendiendo la situación que vive cada miembro del equipo en un entorno concreto.
- Recompensar los logros. La recompensa no tiene por qué ser solamente económica, también puede ser de otra índole: reconocimiento público, valoración adecuada de su trabajo, etc.
En definitiva, de lo que se trata es que cada directivo sea consciente de que todas las actividades del equipo conforman un ciclo de mejora continuada en el que las acciones cada vez necesitarán menos supervisión. De esta manera podrá dirigir grupos cada vez más grandes y más eficaces.
Una pista para saber si se está controlando o se está dirigiendo es contestar a esta pregunta: si yo no estuviera, ¿mi equipo sería igual de efectivo? Si la respuesta es NO, algo está fallando...
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