domingo, 14 de marzo de 2010

LA ILUSIÓN POR EL TRABAJO

Las buenas empresas salen fortalecidas de las situaciones complicadas. El secreto del éxito suele radicar en el cambio de modelo de gestión, aprovechamiento de las nuevas oportunidades y liderazgo adecuado de los equipos, cada vez más mermados. Me gustaría hacer énfasis en tres "C" que son de vital importancia para aquellas empresas que quieran salir reforzadas de esta crisis tan tremenda: Caja, Costes y Clientes.

  1. Caja: a finales de 2008 las empresa notaron una merma en su caja originada fundamentalmente por dos motivos: una disminución de la actividad y un aplazamiento generalizado de los pagos. En este sentido, tuvieron que dedicarse a controlar la caja, la rentabilidad y la morosidad, a la vez que empezaron a refinanciar la deuda y optimizar el circulante.

  2. Costes: como consecuencia de lo anterior, durante 2009 las compañías han centrado también sus esfuerzos en liberarse de las "grasas", minimizando sus costes a través de acciones como reducción de personal, producción según demanda, o rediseño de la organización.

  3. Clientes: una vez finalizadas estas tareas, lo que corresponde en 2010 en centrarse en los clientes. Eso implica innovar en función de las necesidades de los clientes, centrarse en los clientes más rentables, hacer una estrategia de precios adecuada al perfil de cada cliente y ajustar los recursos a las ventas.
En definitiva, se trata de mejorar la productividad. Se tiene que aumentar la producción, mejorar la orientación hacia el cliente y aumentar la disponibilidad de los empleados, y todo ello con costes planos. Esto significa en la mayoría de los casos tener que vender más con menos personal, al que se le exige un esfuerzo cada vez mayor para alcanzar los ratios de eficacia y productividad, provocando irremediablemente situaciones de estrés, nervios y crispación. La consecuencia lógica: mayor absentismo, incapacitaciones laborales y rotación de personal. En este marco, la moral no es la mejor, y por tanto se hace necesario tratar que recuperen la ilusión por el trabajo... ¿Cómo hacerlo?


La ilusión debe considerarse un motor del trabajo y aquí es donde entra en juego la gestión de la ilusión por el trabajo: no es sólo necesaria dentro de una organización, sino que es imprescindible porque la ilusión y el beneficio van íntimamente ligados. Para ello, se hace necesario trabajar esencialmente en dos direcciones:

1. Ofrecer alicientes de carácter tangible: una guardería, un gimnasio, un viaje, incentivos especiales... En situaciones de crisis económica donde lo que prima es la supervivencia de la propia empresa, es difícil que se puedan materializar.

2. Esta es la más importante, ya que incide en el componente emocional del trabajo:

  • Los empresarios que quieran vincular a sus empleados a largo plazo, deben empezar a confiar en ellos, prestarles atención franca y directa, y respetarles para que se sientan seguros y parte de una empresa viva que se interesa por ellos de manera sincera.

  • Las empresas deben fijarse en qué es lo que más motiva a sus empleados y les proporciona fuerza para seguir adelante. Por tanto, debe interiorizar que no todos los empleados son iguales y por ello hay que tratarles de manera diferenciada según sus valores y motivaciones.

  • El trabajo debe ser una oportunidad de desarrollo personal y aquí es donde entran en juego conceptos como trabajar en un ambiente agradable, conocer a otras personas, trabajar bajo un estilo de dirección adecuado o disponer de oportunidades de desarrollo personal y profesional. Las organizaciones deben disponer de un ambiente motivador, que ofrezca posibilidades y retos, donde reine la franqueza y el respeto hacia sus colaboradores.

  • El empleado debe percibir que su trabajo es una experiencia irrepetible y única para que siga teniendo ilusión por trabajar. Debe percibir que el proyecto que está desarrollando tiene un valor importante para él y para la empresa. Se trata de sentirse útiles, pero a la vez de vivir una experiencia vital y profesional...
Si las empresas no se dan cuenta de que la ilusión es imprescindible para garantizar su rentabilidad, y por tanto su continuidad, y no trabajan a conciencia en esta dirección, tendrán graves riesgos de quedarse en el camino. A fin de cuentas, todos los que trabajan para una compañía son personas que sienten y que tienen unas necesidades. Las empresas son personas y sólo éstas pueden hacer que funcione...

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