En este entorno, lo primero que deberían hacer las Empresas Familiares es replantearse los objetivos de la Familia y de la Empresa, evaluando las capacidades reales, evitando objetivos especialmente ambiciosos y priorizando la supervivencia de la empresa. En este sentido, conceptos como el "back to basics" (volver a lo básico) toman especial relevancia, ya que se enfocan a hacer lo que realmente saben hacer y dejar los grandes cambios estratégicos u organizativos para más adelante, ya que el objetivo principal será sobrevivir a la crisis y salir fortalecidos.
A nivel familiar, ahora es cuando prima la necesidad de una excelente comunicación entre los miembros de la Familia, obligando a que exista total transparencia sobre todo aquello que afecte a la Empresa, con el fin de mantener la cohesión familiar y reforzar los valores de la Familia y el compromiso con la Empresa. La figura del líder o líderes familiares cobra especial relevancia para mantener unidos a todos los miembros.
En cuanto a la Empresa, lo primero que debería hacerse es revisar el entorno interno y externo para adecuar los objetivos a la nueva situación, nombrando responsables y plazos de ejecución, y potenciar los sistemas de seguimiento y control, que deberán ser más exhaustivos.
A nivel organizativo se hace necesario optimizar la estructura de personal, definir claramente el organigrama y las funciones de cada uno de los puestos de trabajo, así como cuidar al máximo los aspectos relacionados con el Nepotismo. Todo ello, bajo el prisma de una ética profesional bien enraizada.
Todos los procesos operativos de negocio deberán ser asimismo revisados en aras de la focalización de la actividad hacia las operaciones más rentables de la compañía.
Pero donde hay que ser más cauteloso es con las finanzas, ya que la crisis está provocando una falta de solvencia de gran envergadura. Por tanto, resulta imprescindible revisar las políticas de riesgos y crédito, analizar los recursos disponibles para invertir con criterio en base a la actual situación, y sobre todo, asegurar los recursos para garantizar la viabilidad de la empresa. En algunos casos, también sería bueno proteger el patrimonio empresarial y familiar con el fin de poder afrontar posibles contingencias.
¿Y qué sucede con la Propiedad? Es buen momento para aportar recursos si así lo require el buen gobierno y la garantía de supervivencia de la Empresa Familiar.
Pero sobre todo, es momento de evaluar el grado de compromiso de los propietarios con respecto a la Empresa. Si no tuvieran el mismo nivel de compromiso, sería bueno aprovechar la situación para "podar el árbol" utilizando las reglas de protocolo referentes a la compra-venta de acciones entre miembros de la Familia.
Los que deciden seguir adelante deben tener en cuenta que es necesario amar a la Empresa Familiar como expresión de una "vocación", de un deseo de dedicarse a ella, trabajar duro y sacrificar lo que sea para conseguir sus objetivos.
Por último, es importante entender la situación que estamos viviendo desde un punto de vista práctico, sin dejarse influenciar excesivamente por los medios de comunicación y los rumores que existen en la calle. Las crisis ofrecen oportunidades de crecimiento, limpieza de competencia y aligeramiento de “grasas” cogidas en tiempos de abundancia que tienen que hacer reflexionar a las Familias para que salga de dentro toda la capacidad empresarial que durante años ha ido acumulando.